lunes, 16 de febrero de 2009

Perdiguero, una gran pateada.

Corrían buenos tiempos, uno va subiendo y subiendo, a veces pasa el tiempo y no te das cuenta, Aquí tenemos la gran mole del Perdiguero a mis espaldas, un autentico palizón.
Menudos madrugones que nos metiamos, esto de estar parado tanto tiempo.
La montaña es dura, pero no solo por lo duro del camino, también por el esfuerzo que conlleva estar días y días con lo puesto por asi decirlo.
A las 5 de la mañana, preparando un desayuno basico, un poco de leche, un poco de pan tostado y unas galletas, comenzamos a remontar el barranco de Lliterola, hasta el ibón del mismo nombre, me habían contado que un verano en una de esas tormentas que se desatan un rayo había matado a unas cincuenta ovejas, cvando estas en estos sitios te das cuenta de que no eres nada.
Lo más bonito y la recompensa, a tanto esfuerzo, estas maravillosas vista aereas, mirando hacia los valles con sus ibones y los restos de sus glaciares.
La amplia y pedregosa arista del Perdiguero, despues de 4 horas caminando siempre hacia arriva, creo recordar que eran 1400 metros de desnivel, si no eran más.
Una cruz de madera simbolica, ojalá todas las cumbres estuvieran asi de limpias o más, tanta parafernalia no se que pinta en algunas cimas.
El retorno por el valle de Remuñé, con sus pendientes entre neveros, todavía hay sitios que aparentemente parecen salvajes.

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